viernes, 11 de julio de 2014

El ruido ya la furia

El ruido y la furia de William Faulkner
Uriel Sandoval Peña

Si reconoces las palabras “generación perdida“ entonces resonaran en ti varios autores: Hemingway, Fitzgerald, Steinbeck, hasta Dos Passos, pero rara vez viene a tu mente el nombre de Faulkner; a pesar de su participación entre el grupo de escritores que retratan la falla en el sistema de oportunidades de Estados Unidos,  el fracaso del sueño americano, o la critica a su propio país por el desenfrenado modo de vida. Sus obras son poco conocidas o rara vez leído porque a diferencia de sus contemporáneos no tiene una escritura sencilla y directa como Hemingway o un Gatsby que te atrapa con su sentido romántico; más bien es compleja, detallada y algunas veces comparada con Marcel Proust por su obra ¡Absalom Absalom! Pero que para muchos puede resultar tediosa, aburrida, de innecesarias palabras o llena de un exacerbado lenguaje engorroso.

William Faulkner estadounidense sureño, describe una imagen que pocas veces se reconoce: retrata el fracaso del hacendado, la pobreza del hombre blanco, la quiebra de familias sureñas posterior a Guerra de Secesión, o el violento ambiente que los rodea, sin olvidar del contraste entre el mundo antes y después a la esclavitud.  En el caso de la obra de “El Ruido y la Furia“, no se pierde de las temáticas antes mencionadas.

El libro se separa en cuatro partes contada por distintos personajes: Benjy, el cual no puede expresar palabra alguna por su condición mental y constantemente suelta el llanto ante cualquier situación, será quien describa la el pasado de cada personaje al centrar la historia en la niñez de los mismos; Quentin, el primogénito a quien se le colocan todas las esperanzas para mejorar el destino de la familia al gastar ahorros y vender tierras para pagar sus estudios en Harvard, pero  al final termina por perseguir un amor incestuoso; Jason, ser violento, sádico, colérico que fue el menospreciado de la familia, pero que a pesar de la falta de ello decide mejorar las finanzas familiares al comprar terrenos e introduciéndose al mercado algodonero; y por último esta Dilsey, mujer negra que se dedica a la cocina y cuidado de la casa donde convergen los personajes, reconocida por un carácter fuerte, amable y que a pesar del menosprecio que le infunden o la falta de agradecimiento con la que la tratan, mantiene una cercanía a la familia.

Faulkner no sólo utiliza cuatro perspectivas distintas en cada uno de los capítulos de la obra, también le imprime un giro respecto a su lenguaje, expresión y percepción: la visión de Benjy a pesar de retratar el pasado de la historia central tiene una narración detallada y totalmente descriptiva de todos los diálogos y sucesos que se mantienen a su alrededor; en cambio Quentin mantiene una narración directa pero que retrata mucho la situación, el entorno y su relaciones con los otros personajes pero con un lenguaje más acabado mucho menos repetitivo al de Benjy y muestra en su lectura la percepción de universitario con dudas respecto al futuro; mientras que Jason tiene una narración donde su sadismo, violencia, menosprecio y racismo que se encuentra marcado dentro de los enunciados, pero no muestra un ambiente de desgracia o pesimismo en su monólogo, se dirige a una imagen de cambio forzado y necesario bajo sus manos que a pesar de los contrarios debe llevar acabo sin importar las consecuencias o las víctimas.

La importancia de la obra más allá de los recursos literarios y el manejo del lenguaje se encuentra en que muestra una crítica al sistema norteamericano, a la idea de las facilidades de oportunidades y fácil triunfo dentro del mismo, el propio Jason es ejemplo del mismo al perder parte de su patrimonio por confiar en el crecimiento del mercado algodonero. Gracias al manejo del realismo de Faulkner, se nota la imagen de la pobreza en el sur de Estados Unidos, y toca un punto muy pocas veces discutido, cuando la pobreza se encuentra representada en el hombre blanco. Un punto más a favor de nuestro escritor sureño es que sus personajes no son sólo simples representaciones del entorno donde se desenvuelven, gracias al recurso de la tragedia se da pauta a que los personajes puedan racionalizar sus situaciones, por ello es que hay momentos en que la novela se vuelve más complicada y se llena de  largos pasajes donde la narración gira en un largo pensamiento por parte de los protagonistas ya que cada uno tiene conciencia de lo instantáneo.


Si alguno de ustedes tiene agrado por Estados Unidos, confía en que es un país sin cultura, le encanta leer a Carlos Fuentes o la obra de Cien años de soledad de Gabriel García Marques, debería de adentrarse al mundo de Yoknapatawpha (territorio creado por Faulkner como marco de muchas de sus novelas) para conocer uno de las grandes escritores norteamericanos poco reconocidos y gran inspiración por su manejo de lenguaje y recurso de la tragedia para escritores latinoamericanos.

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