domingo, 27 de julio de 2014

Antes de que todos se vayan. Rock and roll en la Ciudad.

Por Dunia Conde

La tarde del sábado 26 de Julio en el corazón de la Ciudad, Festival Antes nos llevó a un cafecito llamado Café 123 con un showcase en el cual se presentaron cinco proyectos musicales, de los cuales solo conocía a Belafonte Sensacional pero no sólo fui por ellos, verdaderamente quería escuchar las demás propuestas, quería encontrar música nueva.

Ahora, todo los que les contaré será desde mi experiencia con el evento y cómo recibí la música para que no se espanten si leen algún desvarío.

Al llegar al Café 123 sólo seguí la música por unas escaleras y para mi sorpresa el foro donde estaba tocando Golden Rainbow Kid era en un mini patio del primer piso del café y el espacio para el público era el pasillo que conectaba varios cuartos en donde había gente comiendo y hablando. Al principio no podía creer que ese fuera el espacio pero conforme fue pasando el tiempo y la música me convencí de que así sería todo el evento. En el pasillo cabían dos hileras de personas pero como las meseras tenían que pasar a servir teníamos que dejar un espacio libre. Aproveché y busque un lugar donde acomodarme y no estorbar tanto. Realmente el lugar no era apto para un evento así, no era muy cómodo, no se podía bailar ni un poquito. Creo que eso de vivir la música de formas diferentes si va en serio con Festival Antes, pero aun así creo que las personas que aman la música y aprecian el esfuerzo realizado, vale la pena vivirlo.



Golden Rainbow Kid había comenzado cuando llegué, su único acompañante era la guitarra y su voz, desgraciadamente no escuché mucho de él. Después tocó Jorge Yun cantando en inglés con guitarra y voz, una de las canciones que recuerdo fue “Victoria”, baladita relajada. Fue para Jorge Yun la última tocada en México porque se va del país, al decirnos le agregó un poco de nostalgia a su música o al menos eso sentí por un momento y hasta una lágrima me salió. Creo que un día todos nos iremos –pensé-. Luego le siguió Mirú Mirú quien también es bajista en Belafonte Sensacional y la verdad me divertía mucho con sus ocurrencias, mientras tocaba la guitarra era conmovido por los chiles que asaban abajo en la cocina de Café 123.




En la página del evento en facebook Belafonte publicó un video de Saúl Fimbres y en la semana estuve escuchando su álbum “El Blues de las Amapolas” por el soundcloud. Desde la primera canción quedé maravillada, así que esperé con ansias el evento para ver qué tal en vivo Saúl Fimbres. Qué les digo, resultó ser mucho mejor,  llegó él muy serio, sin decir tanto comenzó a cantar y a tocar la guitarra, el folk inició con “Colgado” donde habla de la realidad violenta del país. En varias de sus rolas lo acompañó con el saxofón Jair Benavides y sus armónicas que intercalaba en cada canción que entonaba.



Las letras son sencillas pero tan directas que hizo sentir la música más cercana a mí, me trajo On the road de Kerouac a la cabeza y me dieron ganas de andar por la autopista escuchando “La noche entre los humillados”. Me remitió un poco a Johny Cash y a Bob Dylan transmitiéndome un poco de nostalgia por los viejos tiempos pero no soy de las personas que anda comparando los nuevos talentos con los clásicos. Saúl Fimbres es auténtico, es del norte del país y andante del sur de los Estados Unidos. No soy muy adepta a la música del norte como la polka, el country o el góspel pero escuchar la voz de Saúl acompañado de una guitarra y sus armónicas, es sorprendente cómo algo tan sencillo puede ser tan grande. Sí, ayer se ganó mi corazón en un pasillo apretadito del Café 123.






Finalmente llegaron todos los chidos valedores de Belafonte Sensacional, y ahí entre un maniquí con panderos coloridos y una pequeña maleta con diferentes tipos de instrumentos para hacer ruido desde las maracas, sonajas, etc. Tocaron rolas como Fuera del amor, Como Kerouac on the Road, Lo hice por el punk, y otras de su repertorio. Algo que disfruté mucho fue ver a tres niñitos de entre seis y nueve  años acompañados de sus hermanos mayores que parecían tener unos quince o dieciséis años. Los niños estuvieron todo el showcase, vieron a cada músico y felices recibieron a Belafonte Sensacional, ellos también coreaban “Lo hice por el punk”. Los juegos de manos, la trompeta, el humor de Belafonte, el pasillo atascado de gente hasta las escaleras, bueno, ya ni me importó el lugar, mientras movía mi cabeza y mi pie al ritmo de la guitarra. Era yo un muppet muy feliz.



Belafonte preguntó al público, ¿Quiénes se van del país? -y algunas personas de atrás levantaron la mano- Pues vámonos todos –respondió Bela-.


Antes de que todos nos vayamos, continuó el rock and roll en la Ciudad. 

jueves, 24 de julio de 2014

Juventud, rebeldía, y malestares sociales

Juventud, rebeldía, y malestares sociales


Sobre la calle caminaba un joven; sus facciones denotaban que era menor de quince años, tenía un cuerpo delgado y una pinta de rudo sobre su rostro o por lo menos eso intentaba mostrar.  Sus ojos reflejaban un aire de violencia o busca pleitos, cuando intercambió miradas con los transeúntes sólo obtuvo el desvío de las mismas, las personas le temían aún sin saber nada sobre él, al final se  decidió por caminar. En poco tiempo su presencia había desaparecido, dos señoras entre susurros mencionaron que seguramente era un delincuente, un bueno para nada, vago que sólo busca causar malestar a la colonia, tan sólo las miré de reojo y continúe mi marcha, puede que tuvieran razón pero su conclusión me pareció muy vacía, aquel muchacho no les hizo nada y sólo lo apuntaron como un malviviente.

Con esta breve narrativa, busco dar introducción a dos asuntos:  la novela Rebeldes de S. E. Hinton, y la desatención de la sociedad a la juventud. La obra como tal maneja la trama de la delincuencia juvenil a través de la narración de Ponyboy, un chico de 14 años, huérfano con dos hermanos mayores, para él la vida  gira en torno a ser un greaser,  los cuales tienen una constante rivalidad con los socs. Ambos grupos son pandillas juveniles pero provenientes de diferentes extractos sociales, los greasers provienen de familias pobres, mientras los socs, son de la alta sociedad y se dedican a asaltar a los del bando contrario como diversión.

Más allá de detenerme en una larga reseña sobre una novela juvenil que muchos les resonará en sus recuerdos de escuela si es que llegaron a leerla;  lo que me importa retomar de la misma es que retrata la imagen de una juventud desatendida, que en búsqueda por una solución  encuentra pertenencia e identidad dentro de las pandillas con  jóvenes de edades semejantes y problemas similares. La obra mantiene una imagen realista que te demuestra la marginación social y la rutina de los jóvenes que la viven; trae a discusión conflictos familiares, el pesimismo por el futuro, una ausencia de perspectiva,  que viven los protagonistas y que se reproduce con una juventud que se transforma en inadaptada ante una sociedad que los rechaza y les recuerda su fracaso.


La novela como tal retrata la sociedad estadounidense de las zonas urbanas durante 1950 en adelante, es una de las primeras obras que se introduce en la cuestión de la delincuencia juvenil y las peleas entre bandas; la importancia nivel general es que trastoca un asunto que después fue rescatado por otro medio artístico: el cine, al ser llevada a las salas por el director Francis Coppola, y que dio inició al estereotipo del joven rudo, chaqueta de cuero o jersey que vivía en el ambiente antes descrito. Las expresiones artísticas en la mayoría retratan o se inspiran de cuestiones actuales o contemporáneas, si bien las que acabo de mencionar van de acuerdo al ambiente de Estados Unidos de mediados de los cincuenta a los ochenta, tocan una cuestión universal y es la dirección que toma la juventud dentro de una sociedad.



En México lo antes descrito no es nada lejano a la realidad. En mi caso familiares vivieron las marginaciones sociales y encontraron identidad dentro de la imagen del joven rebelde, de chaqueta negra, pelo largo y buen peleador en los pleitos que se llegaban a suscitar, claro ellos tuvieron una época de libertad y larga vivencia dentro de las calles de Nezahualcóyotl bajo los acorde de los Rollings Stones, The Beatles, Janis Joplin, Jimmy Hendrix etc., pero al final pasaron a una etapa de madurez que afrentaron en distintas formas; sin embargo la situación es diferente o complicada cuando la fragmentación social aumenta y la delincuencia se transforma en un vida rutinaria de largas jornadas, que puede llevar a ambientes violentos  crecientes como los actuales, donde la juventud encuentra vías que ofrecen solución al fracaso, dentro de círculos delictivos cercanos a su entorno, que en algunos casos pasan a una situación de madurez y en una mayoría que se incrementa mueren dentro de las acciones de la pandilla.

Los invitaría a que lean la novela, o vean el filme, o alguno de los tantos que tocan la temáticas, pero sería aún más interesante pensar en ¿qué atención o papel se le da actualmente a la juventud  de nuestra sociedad,  acaso la  estaremos rechazando  bajo susurros?




miércoles, 23 de julio de 2014

"Los insólitos peces gato", de enfermedades terminales y cine mexicano

Por Sara Mtz.

En algún momento de la vida hemos estado perdidos, o lo estamos.  Sin saber el lugar hacia donde se dirigen nuestras vidas, nuestros intereses, nuestros deseos… Despertar sintiendo que algo hace falta. 

Pero ¿qué sucede cuando decidimos dejar de estar atascados? Es justo de lo que habla Los insólitos peces gato (2013), dirigida por la mexicana Claudia Sainte-Luce  y protagonizada por Ximena Ayala  (Claudia) y Lisa Owen (Martha), cuenta la historia de la relación que nace a partir de un encuentro entre Claudia, empleada en un supermercado y Martha, madre de cuatro hijos y con una enfermedad terminal. Claudia se involucra en la cotidianidad de la vida de Martha, del resultado de esta interacción surgen elementos interesantes que hacen de ésta una excelente película.



La idea de la familia en la sociedad mexicana se encuentra siempre presente, es “el pan de cada día” e incluso la meta personal de muchas personas. Pero ¿qué sucede cuando eres una persona solitaria? Claudia se enfrenta con este dilema y pone en evidencia que la familia no se trata solo de relaciones de sangre sino de la dura y extenuante convivencia con personas que están lejos de ser perfectas.

Junto con la familia el amor es otro tema que por lo regular el cine solo nos deja melodramas cursis y cargados de finales felices o trágicos. Pareciera que el amor entre pareja heterosexual es un elemento recurrente que hace las veces de obligatorio relleno. ¿Qué sucede cuando el amor en un filme viene de fuentes diferentes? Entonces entendemos que Los insólitos peces gato es una historia de amor entre gente diferente que convive todos los días, sin caer en el cliché. Personas con problemas cotidianos y cargados de emociones y demonios personales.

Entonces ¿hacia dónde lleva esta convivencia en una familia cuando existe un elemento que lo complica todo, una enfermedad terminal? Podríamos pensar que en esta película las hijas de Martha pierden sensibilidad ante la situación de su madre y se vuelven unas cabronas hijas de la chingada. Pero la realidad es otra, ellas tienen que aprender a vivir su vida sabiendo que su madre morirá pero ella sigue viva ¿Cómo puedes superar el hecho de que alguien muere cuándo lo sabes con anticipación?

Es así como Los insólitos peces gato, con escenarios sencillos, pocos pero excelente personajes, y una enfermedad terminal  es un ejemplo de lo que se puede lograr cuando una historia está escrita con las palabras adecuadas sin caer en el estereotipo de película de enfermo. 

domingo, 20 de julio de 2014

En busca de recuerdos: Exils de Tony Gatlif.



Por Dunia Conde. 

Es urgente hablar de los ausentes, ya es tiempo de hablar de aquellos que se equivocan. Es importante   interrogar los ausentes, aquellos que viven sin democracia en general. Es urgente hablar de los ausentes, es urgente hablar de las ausencias…
Exils

En un cuarto de un edificio alto de París mirando la carretera, entre los recuerdos, los pensamientos, la música y los cuerpos desnudos, un vaso se rompió, como si algo en Zano se hubiera quebrado y de pronto le propone a Naima viajar a Argelia en busca de recuerdos.  Exils, es un film que muestra la nostalgia y el desarraigo, retratando el viaje de dos  franceses de raíces argelinas para encontrarse con la tierra de sus padres pero también es una búsqueda para conocerse a sí mismos.

Tony Gatlif hace la película al estilo road movie: en el viaje se va hilando la historia. Pero esa historia también revela esa añoranza por el lugar de origen y la necesidad de contemplar las heridas del mismo Gatlif que al igual que sus personajes es argelino de Francia, pues muchos de los inmigrantes en Francia mayoritariamente son de Argelia. La historia no sólo muestra la travesía de los amantes exiliados, también expone la situación de los gitanos y muchos de los migrantes con los que Naima y Zano se van encontrando, los olvidados, los ausentes en busca de sus sueños.

En medio de los lazos tejidos por la historia y el colonialismo entre Francia y Argelia los padres de Zano y Naima hicieron su travesía dejando atrás su tierra natal, huyendo de las diversas problemáticas a las que se enfrentaban buscando una mejor vida. El abuelo y padre de Zano eran anticolonialistas en Argelia y por la situación política que se vivía en 1958 su familia fue repatriada, y Naima era hija de inmigrantes de Argelia.

Las familias de los dos argelinos son un ejemplo de todos los inmigrantes que vienen de las migraciones subsaharianas y del Magreb a Europa por desplazamientos forzados, problemas políticos, desempleo, pobreza, etc., los cuales esperan dar el gran salto a principalmente por España. Sin embargo, Zano y Naima aunque eran jóvenes que habían crecido en Francia eran hijos del exilio. Si bien, “Francia lo tiene todo, nada es gratis” y así que los sueños de todos los migrantes no estaban completos, argelinos de Francia que siguen mostrando sus papeles en los barrios bajos de España, y siguen siendo tratados como hijos de inmigrantes de segunda porque los rasgos físicos muchas veces no pueden ser borrados. Así que los amantes reviven su destierro pero en dirección contraria: la travesía de Francia a Argelia.

Para comenzar el viaje resulta menester dejarlo todo atrás,  hasta Zano enterró su violín y unas llaves detrás de un muro bajo la mezcla. Parten sin más que poca ropa, dinero y música. El viaje de la búsqueda los lleva a conocerse y a confrontarse, va revelando de Zano y Naima  algo de su pasado, algo de sí mismos, no son los lugares en sí, más bien lo que la búsqueda y las situaciones detonan en ellos.

Después de una larga caminata por el desierto, Zano cae en llanto al encontrar la casa de sus abuelos, entre el piano, los cuadros antiguos, las pinturas de su abuela y la foto de su padre con el violín, todos los recuerdos se agolparon hacia él. Mientras, Naima es nombre árabe pero ella no sabía hablar el idioma de su familia, algunas veces negaba su origen. Naima se sentía extranjera en todos los lugares, parecía gitana, era una persona sin rumbo hasta que encontró a alguien que conoció a su familia y con lágrimas le pidió que buscara sus orígenes y se encontrara ella. Pareciera que las lágrimas llegaron a limpiar un poco las heridas de los dos.

Después y al final de todo, la música fue esencial, no como una guía sino una compañía en su cotidianidad, desde el beat de la música electrónica, el flamenco, la música árabe y el éxtasis de la danza.  La música era un bálsamo para las heridas de Zano y Naima y fue la mística música sufí y sus creencias curativas entre los fantasmas que nos habitan y nosotros la que los llevó al trance, al clímax de todo su viaje, de toda su búsqueda, la que los liberó de sí mismos por un momento. 


Película: Exils

Director: Tony Gatlif
Lugar: Francia
Año: 2004
Nota: La película esta en francés. 



sábado, 19 de julio de 2014

En el teatro por primera vez

Por Sara Mtz.

Está semana me aventuré a llevar a mi primo Teo de nueve años a una función del Ciclo de Clown en el Teatro Orientación, era jueves por la tarde y la lluvia comenzaba a caer de a poco en poco, mientras nosotros recorríamos la línea naranja del metro, esa que va de Rosario a Barranca del Muerto. Al bajar en nuestra estación tuvimos que preguntar -¿Dónde está la salida para el auditorio?- lo cual nos hizo recorres aún más escaleras. La gente con sus trajes y formalidades entraba a toda prisa bajando las escaleras y cerrando sus paraguas, al mismo tiempo que nosotros salíamos para rodear el auditorio y buscar el teatro.
La verdad no tenía ni idea de lo que un niño de nueve años pudiera pensar de una función de teatro como está y, para colmo, los boletos no estaban numerados lo cual hizo que tuviéramos que esperar media hora antes de que comenzara la función. Poco antes de dar la hora la fila comenzó a moverse y entramos lentamente buscando una butaca lo suficientemente adelante para que el chaparrito de mi primo pudiera ver. 
Una vez sentados nos quedamos mirando al escenario, había un gran tapete rojo en forma de círculo con un círculo más pequeño de color blanco dentro. Estaba rodeado por objetos de toda clase: un mechudo para trapear, un monociclo, un atril para partituras, una maleta negra y un pequeño acordeón. No tuvimos que esperar mucho para que dieran la tercera llama. Mientras las luces se atenuaban sin apagarse del todo yo miraba a mi primo para saber sí el inicio del espectáculo le causaba algún tipo de emoción. Él siempre ha sido bastante serio y propio, hasta un poco exagerado considerando que los niños de esa edad suelen desbordar sus emociones sin ton ni son. Pero decidí esperar a ver que reacción tenía al comenzar todo.
Salió un hombre alto pintado de payaso, con unos pantalones naranjas y un saco de cuadros amarillos y cafés, que definitivamente no hacían juego con su sombrero de un gris normal. No tardamos en darnos cuenta que el espectáculo sería con pura mímica, lo cual solo acrecentó mi miedo a que mi primo odiará la función, ya que los únicos payasos que conocía eran aquellos parlanchines que contaban chistes hasta que no pudieran más. 
Después de saludar a todos con una gran caravana, el payaso, comenzó a tocar la armónica pero tuvo que parar para buscar la forma correcta de armar su atril y lograr leer las partituras. Lo anterior me hizo reír demasiado, aunque me asusté un poco ante la seriedad de mi primo que al parecer era inmune al encanto bobo del payaso en el escenario. Trataba de no entrar en pánico y pensar que solo debía darle un poco de tiempo para que algo le pareciera chistoso, después de todo era la primera vez que iba al teatro y también que veía una función de clown.
Pero todo cambio cuando bajo en busca de un voluntario para bailar cha cha cha, nos tomó por sorpresa  cuando el payaso me eligió a mí y tuve que subir, junto con otro caballero, y utilizar mi torpeza para tratar de seguir las instrucciones no verbales del payaso. Una vez arriba del escenario y entre tanta gente logré ubicar a Teo y estaba riendo mientras nos observaba hacer un montón de cosas como bailar, tocar las maracas, esconderme del payaso y por último despedirme.
Al regresar a mi lugar percibí a mi primo tan alegre que unos momentos después el payaso pregunto por otro voluntario y el velozmente levanto su mano para subir y representar a un toro. Lo que vi a continuación me hizo la noche. Era un niño de nueve años que en su primera ida al teatro había actuado como toro frente a muchísimas personas y no le había costado el más mínimo trabajo. Sinceramente la mayoría de las personas odian la interacción con el público en este tipo de eventos, pero él se veía tan feliz que no dude en olvidarme de lo demás.

La función no duro más de una hora pero valió cada esfuerzo y centavo pagado. Mientras salíamos del teatro noté que mi primo estaba feliz, al menos eso podía decirme una sonrisita que dejaba asomar de momento en momento. Después esa sonrisa desapareció cuando súbitamente las ganas de hacer pipí lo inundaron y tuvimos que buscar un rincón oscuro y apartado, a falta de baño, para que pudiera cumplir con el deber. Aunque continuaba lloviendo no nos importó mucho y caminamos mientras hablábamos de su increíble actuación en el escenario y nos preparábamos para correré escaleras abajo y recorrer la ciudad con destino dormir después de un largo día. 

viernes, 18 de julio de 2014

Desgracia de J. M. Coetzee

Desgracia de  J. M. Coetzee

Existen varios adjetivos los cuales utilizamos para describir las situaciones que vivimos día a día, podría calificar mi mañana como agradable, mi niñez le sentaría bien el calificativo de extraña; pero hay ciertos instantes o largas temporadas en que la palabra “desgracia“ puede resonar en el ambiente, tocar nuestra perspectiva y sentir el evento como una experiencia desafortunada; tan sólo piense, seguramente algún recuerdo se expresará en su mente. No busco exaltar sus traumas o el derrame de  lagrimas al pedir que piense en una mala pasada, sólo intento poner a consideración un presupuesto del libro que presento: la desgracia es universal, muchas veces su caída sobre nosotros es inevitable.

John Maxweel Coetzee,  profesor de literatura en la Universidad de Ciudad del Cabo, Lingüista, critico literario, ganador del premio Nobel en el 2003 y sus obras son de las pocas de fácil disposición, entre los escritores africanos, es uno de los personajes que me encanta citar cuando alguien pregunta si conozco escritores de África.

En la novela Desgracia la trama gira alrededor de David Lurie, profesor de cincuenta y dos años de literatura, quien mantiene un romance temporal con una bailarina exótica: Soraya. Lurie pierde sus dulces noches y eternos instantes de satisfacción con Soraya porque ella deja el trabajo de bailarina; a pesar de la tristeza que esto le causa en poco tiempo consigue un amorío con Melanie, joven estudiante de su clase la cual seduce a través de los acordes de música clásica y un vino, claro sin olvidar su galantería intelectual. La vida de David va en declive cuando se descubre su relación con su alumna, y ante un actitud soberbia decide renunciar antes de disculparse en público. Al ser objeto de desagrado, concluye trasladarse a la granja de su hija Lucy, en la provincia del Cabo Oriental.

Parecería que nada malo podría suceder a nuestro protagonista pero en la propiedad de su hija las cosas empeoran cuando se enfrenta a un episodio violento que desatara una tormenta de eventos, decisiones, posturas realmente desgraciadas. Para no contar demasiado los dejo con una breve cita de la experiencia de Lurie:

El hombre le propina un empujón. Retrocede, se queda sentado de nuevo en el retrete. El hombre levanta la botella. Se le nota cierta placidez en la cara: ni rastro de cólera. Lo que hace es meramente su trabajo: se trata de conseguir que alguien le entregue un objeto. Si entraña el golpearlo con una botella, lo hará sin vacilar. Le golpeará tantas veces como sea necesario, y su es necesario le romperá la botella en la crisma.[i]

La desgracia es universal,  puede ser temporal o el adjetivo de toda una serie de eventos en nuestra vida, verla como un castigo no aminora su carga tan sólo nos permite pensar que es debido soportarla, y quejarse de la misma no la volverá menos dolorosa o pesada. Lo que hace Coetzee es poner a consideración la vida humana pero no a partir de la muerte o la perdida de la misma, se dirige a una desconcertante forma de impactar con la verdad del sufrimiento, de la naturalidad del mismo. Como diría David Lurie: “Ni siquiera he murmurado contra lo que me ha caído encima. Al contrario: estoy viviendo día a día, procurando aceptar mi desgracia como si fuera mi estado natural.“[ii]

No es un libro que animará sus días o le dejará un breve calor en el corazón por un amorío de ensueño, ni siquiera podría asegurar que tendrá una sonrisa; a menos que la satisfacción de una novela luminosa, que revela la verdad sobre los eventos desafortunados y la vivencia humana a través de ellos, resulte gratificante, pero algo es seguro, el lector no quedará indiferente ante tal obra.





[i] J.M. Coetzee, Desgracia, México, Ed. Debolsillo, 2009, p. 121

[ii] Ibídem, p. 215

miércoles, 16 de julio de 2014

Infierno en el paraíso, relato de un México no tan lejano pero sí poco difundido

Por Pach el Mirón

Acabo de leer en una nota del periódico  La Jornada[1] que en el mes pasado se encontraron los restos de un combatiente de la guerrilla de Lucio Cabañas y apenas ayer se realizó un hallazgo similar; esta noticia fue lo que me motivó a hacer mi reseña del día, que será sobre el libro titulado “Guerra en el Paraíso”  de Carlos Montemayor. De antemano les pido disculpas ya que tuve que salir de viaje y no traigo el libro conmigo ni tengo un buen internet como para revisar algunos datos bibliográficos o históricos que me gustarían, además leí el libro hace ya algunos meses por lo que advierto que esta será una reseña más bien del tipo acapela, donde las fechas, sucesos y citas exactas las obviaremos para tratar de encontrarle un valor un poco más simbólico al libro que narra parte de la lucha clandestina del emblemático guerrillero agrarista Lucio Cabañas.

Yo había escuchado antes el título pero no había tenido intención de leerlo, pues algo sabía de los conflictos guerrilleros de los años 70 gracias a lo que me contaron familiares y conocidos que fueron simpatizantes o militantes de movimientos de izquierda por lo que pensé que me podía evitar la obra literaria de una historia que pensaba conocer; sin embargo, en un gesto muy apreciable mi directora de tesis me regaló de año nuevo un par de libros, La Guerra de Galio de Héctor Aguilar Camín –de la que hablaremos en alguna reseña posterior– y el ya citado Guerra en el Paraíso. Ante dicho acto de generosidad me dije que la mejor manera de agradecerlo era haciendo la lectura de los libros regalados. Primero leí La Guerra de Galio, y me dejo con un buen sabor de boca que me incitó a seguir de corrido con el libro de Montemayor. 

El personaje principal de la historia, narrada en tercera persona, es Lucio Cabañas; el líder del movimiento guerrillero más importante (pero no el único) de la etapa posterior al 68. Lucio nació en el Estado de Guerrero y estudió en la escuela normal de Ayotzinapa, que hasta la fecha sigue resaltando por su militancia aguerrida; se destacó como un gran líder social con idelogía socialista y revolucionaria. Lucio fue el principal cabecilla del movimiento guerrillero organizado por el Partido de los Pobres y encabezó la llamada Brigada Campesina de Ajusticiamiento, la cual se dedicaba a emboscar blancos militares; para poder combatir a Lucio y sus hombres los gobiernos federal y estatal desplegaron fuerzas de ocupación en todo el Estado de Guerrero, instalando retenes y puntos de control que violaban las garantías civiles de los habitantes -así que lo que pasa en Michoacán resulta no ser tan nuevo- desatando una estrategia de represión, hostigamiento y exterminio a las comunidades que apoyaban al líder magisterial y campesino. 

El libro comienza con la muerte de Genaro Vásquez, otro guerrillero guerrerense que precedió a Lucio como figura principal de la lucha armada; y después nos narra el inicio de la vida clandestina de Lucio, cuando después de una matanza causada por los federales al querer apresarlo durante un mitin decide echarse el fusil al hombro y recorrer la sierra de Atoyac a salto de mata peleando contra el gobierno mientras que organizaba una red de resistencia clandestina e intercambio conocimientos y tácticas de lucha con otros movimientos armados.

Montemayor se centra en contarnos los movimientos de Lucio y sus hombres en contra del gobierno a lo largo y ancho de la sierra; nos cuenta las emboscadas, la forma en que atacaban, como se relacionaban con los pueblos y de qué forma lograban sobrevivir en condiciones tan complicadas. Pero también hay ocasiones en que la historia es contada a través de la contraparte, el gobierno y los militares que combatieron a Lucio. 

De esta forma podemos saber cómo fue que poco a poco lograron desgastar los apoyos populares sobre los que se cimentaba la guerrilla del Partido de los Pobres. El libro nos dice cómo eran – o son (sic) – los interrogatorios militares, la tortura y el hostigamiento hacia comunidades enteras. La etapa que narra el libro es justamente desde el inicio de la escalada militar hasta la muerte de Lucio en un enfrentamiento con los soldados; por lo que ofrece un buen punto de vista sobre el conflicto no solo armado, si no social y de gobernabilidad que sufrió Guerrero en los 70´s. Sin mencionar que hay partes donde se describen de forma bastante curda las formas de actuar de las fuerzas federales, pero también de la guerrilla.  

También podemos ver reflejado en la obra las diferencias entre los grupos armados que colaboraban con intercambio de hombres y conocimientos a lo largo y ancho del país, pues los métodos de Lucio no eran ni los únicos ni los preferidos de otras organizaciones. En el libro hay una escena donde deben decidir si fusilan a miembros de otra organización que estaban siendo entrenados por ellos, pero se involucraron en actos de sedición; en esta escena resalta un soliloquio de Lucio al defender la manera de actuar de la Brigada de Ajusticiamiento y de él mismo, además hecha leña al fuego sobre el eterno problema de la vanguardia revolucionaria y su desdén hacia las luchas campesinas, asegurando que aunque no se sea tenga doctorado en marxismo también se puede buscar el camino de la libertad.

La parte final del libro es sobre la desesperada lucha de la guerrilla contra toda la ofensiva militar que el Estado fue capaz de desplegar en Guerrero para cazar al grupo de alzados. Como ya dije antes se narra el proceso de tortura, desaparición y muerte de las bases sociales del Partido de los Pobres, que convirtió a la sierra de guerrero en un territorio ocupado donde no había más ley que la militar y únicamente se podía estar en alguno de los bandos, la neutralidad no podía significar la muerte.  La persecución  final es desatada  cuando Lucio decide tomar secuestrado al prominente político Rubén Figueroa, en ese entonces virtual futuro gobernador del Estado, y a sus colaboradores. Figueroa pensó ser capaz de negociar con el guerrillero, pero Lucio trato de usarlo como rehén para neutralizar la ofensiva militar que poco a poco  iba cercando a la guerrilla, sin embargo el resultado fue el contrario. 

Las fuerzas de la brigada fueron desbaratadas y los combatientes murieron bajo el fuego enemigo o bajo el propio; cuenta la tradición que Lucio les grito a los militares que no se les iba a hacer matarlo y el mismo se pegó un tiro.

El libro es muy recomendable pero no para personas sensibles, y lo que más me gustó es que recrea una parte de la historia mexicana que prácticamente se ha quedado olvidada; la de las luchas sociales y agrarias posteriores al 68. Lucio llegó a controlar casi toda la sierra de Atoyac, fue necesario un proceso de militarización que duró años para poder derrotarlo y su lucha significó una gran esperanza para cientos de comunidades rurales que hasta antes de la guerrilla estaban prácticamente dejadas a la deriva; para poder controlar el territorio se tuvieron que construir carreteras, poner teléfonos y establecer vías de comunicación efectivas; por otro lado también se atendieron de alguna forma los problemas sociales que desataron el conflicto, siempre de forma superficial y poco efectiva, pero al menos se tuvo que hacer algo; además la lucha de Cabañas se volvió un referente nacional, pero de eso ya no se recuerda nada. El 68 marcó el inicio de varias luchas clandestinas, urbanas y rurales que prefirieron las armas a la protesta y desestabilizaron al país por casi una década, y el libro de Guerra en el Paraíso nos narra lo que pasaba en el seno del movimiento de mayor envergadura que conoció el país desde la revolución mexicana. Como comentario, mi escena favorita es una donde se reúnen varios generales poco antes de la muerte de cabañas y el más viejo de ellos se apoya en un silogismo simple y concluyé que luchar contra Cabañas era igual a quebrantar su juramento. El silogismo era más o menos así:

Si Lucio ha podido sobrevivir tanto tiempo es porque lo apoya el pueblo de Guerrero
Si nosotros luchamos contra Lucio, luchamos contra el pueblo de Guerrero
Por lo tanto rompemos el juramento de defender y servir al pueblo

Por último les contaré que me interesó mucho saber si así fueron las cosas, si Lucio fue tan relevante y su lucha tan bien cimentada, por lo que le di a leer el libro a alguien que vivió años después otras luchas populares, pero que recuerda bien cómo habían sido las cosas durante los 70´s y me confirmó lo que Montemayor relata en su libro; también me contó la última travesura de Cabañas antes de ser sepultado por la historia oficialista.

Dicen que cuando mataron a Cabañas fue su esposa la que tuvo que ir a reconocer el cuerpo a los cuarteles del ejército. Cuando llegó el militar encargado la llevó frente al cadáver y le preguntó si podía asegurar que era Lucio Cabañas. Ella se quedó muy pensativa viendo el cuerpo y de repente le pidió al militar un favor, solo podía asegurar si era Lucio si le revisaba la punta de pene bajándole el prepucio. El militar bajo el prepucio y luego lo subió, la mujer se quedó mirando y le pidió que lo volviera hacer, él militar lo hizo de nuevo y ella pidió que le bajara el cuero una vez más. Lo hizo varias veces hasta que ella dijo “no, pos si es”. El militar confundido le preguntó que como podía saber eso viéndole subir y bajar el prepucio y ella contestó: “Es que lucio me dijo que hasta muerto el gobierno se la pelaba, y pues ya vi que si es cierto”




[1] http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/07/15/localizan-especialistas-de-la-unam-restos-de-guerrillero-del-grupo-de-lucio-cabanas-5600.html